Cate Blanchett: “Aprendí a amar el caos”

New interview with Cate Blanchett for Revista OHLALÁ.

 

Nos encontramos con la actriz, en Londres, para hablar del rol femenino, su complejidad y cómo vivir con una mirada positiva.

Cuando nos propusieron viajar a Londres a entrevistar a Cate Blanchett, no lo dudamos un minuto: era una cita imperdible. Ella es un minón hollywoodense de 47 años. Tiene todo: fuerza, actitud, estilo y una mirada que te vende cualquiera de los papeles que interpreta. Ya sea como Galadriel en El señor de los anillos, la sufrida Blue Jasmine de Woody Allen, personificando a Katherine Hepburn en El aviador, a la reina Elizabeth o al mismísimo Bob Dylan en I’m Not There, cada uno de sus personajes la ubican en ese etéreo terreno de lo intocable, en el nivel grosa total.

Amamos a Cate y lo corroboramos al charlar con ella. La chica Armani es puro glamour, pero, a la vez, tiene los pies en la tierra. Después de dos minutos juntas, te hace sentir que podés hablar de lo que sea. Se ríe contando los malabares que hace para combinar trabajo y maternidad (¡con cuatro hijos!), se pone seria para analizar el lugar que se le da a la mujer en la industria y analiza, con muchísima humildad, qué herramientas la llevaron a convertirse en una de las grandes divas del Hollywood contemporáneo.

Desde que se lanzó la primera fragancia Sí, no te cansás de promocionar una forma de vida positiva, ¿podríamos decir que tenés el sí fácil?

Totalmente. Tiendo siempre a decir que sí, a dar una respuesta afirmativa. Probablemente diga demasiados “sí”, estoy seteada así, por default. Pienso que si empezás a decirles “no” a las cosas, terminás cerrándoles la puerta a oportunidades a las que ni siquiera les das la chance de existir, te negás a la curiosidad, sería difícil descubrir pasiones o sorprenderte. Prefiero arrancar diciendo “sí” y después cambiar de opinión.

Me imagino que a nivel laboral no podés aceptar todas las propuestas que te llegan, ¿te arrepentís de haber rechazado algún papel?

No, y eso que rechacé un montón. Porque estaba embarazada, por razones familiares o porque estaba haciendo otra cosa. Pero nunca terminé diciendo “mierda, no agarré ese trabajo”. Porque sé que es parte de la vida, todo pasa por algo y las decisiones que tomé me trajeron hasta acá. Quedarme pensando en lo que no hice sería caer en el famoso FOMO (fear of missing out en inglés, “miedo de estar perdiéndote algo”). Si pensara así, no haría nada, no tomaría ninguna decisión por miedo a perderme lo que no estoy eligiendo. Para mí, si sentís ganas de hacer algo, lo hacés y listo. No hay que pensar en lo que no hacés, solo me quedo con lo que sí hago.

¿Qué te pasa cuando ves que a nivel laboral se les cierran puertas o se les dan distintas posibilidades a las mujeres?

Es tonto. Nadie quiere tener una oficina monocromática, una sociedad monocromática. Está bueno que lleguen aportes desde distintos lugares. Creo que decirle que no a la voz femenina tiene que ver con no poder ver la actualidad. Para triunfar, es importante estar siempre a la vanguardia, y hoy hay cada vez más y más mujeres haciendo cosas grosas. En mi industria, pero también en todos lados. Está bueno que todo sea más complejo y dinámico. Pero creo que ya llegamos a un punto en el que las mujeres estamos dentro del sistema. Lo que se pide ahora es la igualdad de sueldos, de beneficios.

¿Esa búsqueda de igualdad es feminismo o solo sentido común?

Acá hay dos temas. Está el feminismo y está la igualdad ante la ley. El feminismo está colaborando para que se dé la igualdad ante la ley, pero la igualdad es la igualdad y es un tema aparte. Es sentido común. Si dos personas hacen lo mismo, deberían tener las mismas obligaciones y los mismos derechos, más allá del género. No tiene nada que ver.

Generalmente, personificás a mujeres poderosas, imponentes, elegantes, y esa es la imagen que nos dejás. ¿Vos te ves así?

Siempre que la gente dice que un personaje es fuerte, creo que significa que vibra la historia, que está por encima del título de la película, que es más activo que pasivo. Y creo que, en general, todos los personajes que interpreté fueron activos. No sé si necesariamente fuertes o dominantes, pero sí de ir a la acción. Y creo que yo también soy muy activa, muy del hacer. Todos tenemos debilidades, miedos, y eso es algo que también está bueno tener en cuenta cuando desarrollás un papel en cine. Aunque se vean fuertes o decididos, todos los personajes tienen su lado B. Aunque no se vea en la narrativa de la película, me importa saber qué les pasa en realidad, sus preocupaciones, sus dudas, sus debilidades, su complejidad. Creo que lo complejo siempre es más interesante que lo simple. Y por suerte me considero una mujer compleja, que no es lo mismo que complicada, eh.

¿Y cómo hacés para aceptarte compleja y encontrar tus fortalezas?

Qué dificil… Para mí, para encontrar tu fortaleza, primero tenés que encarar tus miedos. Es ridículo pensar que las mujeres que se ven fuertes son superpoderosas y no tienen ninguna debilidad o miedo. Siempre hay de las dos cosas. Es fundamental ser realista. No está bueno paralizarte, mirar a otras mujeres exitosas y pensar que eso no es para vos, que no vas a llegar ahí porque sos débil o porque no estás hecha para eso. Esas mujeres, para llegar ahí, fracasaron decenas de veces, tuvieron contratiempos y miedos, la complejidad de cada una, pero seguramente fue más fuerte la confianza en ellas mismas y en lo que buscaban conseguir. Está bueno tener referentes, inspirarse en otras mujeres a las que admirás. Todo te enriquece. Hablar con amigas de cómo es que resuelven sus cosas, leer historias femeninas de superación. Pero, aunque está bueno inspirarte con estas historias ajenas, es fundamental que cada una encuentre su propio camino.

No hay un solo camino para llegar al objetivo, no hay una sola manera de triunfar en Hollywood o en cualquier otro negocio. Cuando empecé a actuar, todos los periodistas me preguntaban cuál era mi modelo a seguir como si estuviera dado por hecho que hay que elegir uno. Hay muchísimas actrices a las que admiro, como Helen Mirren, Judy Davis, Meryl Streep, todas tienen carreras increíbles y me inspiran, obvio. Pero después vos tenés que hacer tu camino. Porque si tratás de imitar a otro, te estás perdiendo posibilidades o propuestas que podrían hacer tu carrera única y particular.

El camino es todo…

Creo que el mayor error que tenemos es que a veces estamos muy enfocadas en el resultado y nos olvidamos del proceso. Para mí, el proceso es el 90% para alcanzar el 100%. Obvio que hay algo de timing, algo de suerte, de cómo tomás tus responsabilidades en ese proceso. Pero si trabajás, no te das por vencida, insistís, no te bajonea el fracaso, termina saliendo, resulta, todo llega.

Siendo una súper estrella de Hollywood y con dos Oscar en tu mesa de luz, ¿cómo hacés para mantener los pies en la tierra?

Yo lavo la ropa en casa, llevo los chicos al colegio, no me ando sacando selfies y posteándolas con filtros que modelan la realidad.

¿Nada de Instagram?

No, no tengo. Igual, creo que es una herramienta buenísima para muchas otras cosas. Las redes son buenas para ver qué está pasando en otros lugares, conectar personas que pueden ayudarse entre ellas, armar comunidades que puedan potenciar una causa. Pero en particular, no me son muy útiles. Prefiero enfocarme en la vida real, en el trabajo, en mis obligaciones, en mis pasiones.

¿Y algún deporte o terapia alternativa?

Sí, empecé a entrenar para correr. Mi hijo tiene un maratón de 28 km de su escuela en septiembre. Y los padres organizamos un maratón paralelo para correr con ellos. Le prometí que lo iba a hacer, pero yo no puedo correr ni una cuadra así que estoy entrenando a full.

Tenés cuatro hijos chicos, ¿cuál es tu plan preferido con ellos?

La verdad, me gusta hacer cualquier cosa con ellos. Pero ahora justo estamos construyendo una casa del árbol. Algo para lo que ni mi marido ni yo somos buenos, así que espero que no colapse. Amo las casas del árbol.

¿Sos de hacer planes a futuro o sos más espontánea?

Con los chicos, es bastante difícil ser espontánea. No puedo pasar a buscarlos por el colegio tarde. Mi vida es un poco como una operación militar: horarios y cronogramas paralelos que no pueden superponerse. Cada tanto pasa eso de despertarnos y decir: “Bueno, ¿qué vamos a hacer hoy?”. A mi marido le gusta eso. Yo, en cambio, planeo todo la noche anterior y después me hago la espontánea, pero en realidad sé exactamente a dónde vamos a ir. Igual, me gustan esos días que son diferentes, que se salen de lo cotidiano. Es nocivo cuando estás ocupada tooodo el tiempo y cuando parás te sentís culpable porque sentís que deberías estar haciendo algo, logrando algo, completando algo. Está bueno parar. Amo esos días en los que no hay planes. Por eso amo la lluvia. Si se larga a llover y se cancela el programa, te quedás en tu casa disfrutando de hacer nada.

Está bueno eso de no tener todo tan calculado…

Aprendí a amar el caos, pero soy naturalmente ordenada y creo que uno de los regalos de tener hijos es esto de estar todo el tiempo lanzándote a lo desconocido, al desorden. Me encanta ese regalo que a la vez es un desafío.

 via Revista OHLALÁ